El otro yo

El lienzo del cielo se difumina de naranja a rojo,
y pronto el Universo sacudirá su manto de estrellas sobre la Tierra,
ocupando los huecos que dejan junto a si
las nubes caprichosas.
Mientras aquí, debajo, 
huele a tierra húmeda de tormenta.
Huele a campo y a girasol,
huele a enhiestas espigas de cereal 
bañadas por gotas milagrosas de lluvia.
Y acaricio, mientras camino, el paso del tiempo.
Vago por un sendero largo, plagado de vacíos. 
Sintiendo muy dentro el infinito,
echando de menos soledades.
Aunque en breve todo tornará, 
canjeando los silencios por una acusada algarabía.
En horas pasaré de espíritu intimista al otro yo,
regado con esencias y arropado por la escuela de la noche.
Un abrazo, quizá.
Quizá sólo quiera un abrazo…


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