No es que acampe en la sinrazón y me encadene,
No es que quiera, ausente de aire, respirar la vida eterna.
No es que amanezca anhelando ubérrimos paisajes,
que colmen mil deseos y descarten vanidades.
No es que quiera apagar aquella vela,
o vivir olvidando mi alma.
No es despecho por el reloj que avanza imparable,
envuelto de agrestes multitudes.
No es hielo que se funde en mis entrañas.
No. No es solo eso.
No son cadenas atadas a mis pies ni gritos en espacios vacíos.
No es niñez enraizada entre muros infinitos.
No es impulso azorado, no es vasija amasada y ahora rota.
Acaso es flor enhiesta, encauzando miradas ajenas.
Acaso es una mirada llena de luz que me atormenta,
No. No es tampoco eso.
No es anhelo de un pasado, no es un ahora roto del ayer.
No es día sucumbiendo a la noche, amenazante, desgarrado.
¿Acaso hay sabia que se quiebre al secarse?
¿Acaso hay eterno olor a jazmín?
No. Eso… Tampoco.
No es eso… Tampoco
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